Just to show this blog isn’t turning into a series of rants about bankers, here’s something a bit more creative – a Spanish translation of my short story, Blink. Incidentally, you can listen to (and download) the English version by following that there link.
Parpadeo
No había nada de malo, pensaba sentándose en la cama. Pequeña, pero no puede esperar más en la media de la ciudad. Fue las paredes de su cráneo que eran la cárcel.
Arrojó su chaqueta y se aflojó la corbata, pateando sus zapatos en una esquina. Uno de ellos golpeó el zócalo y entonces se cayó, dejando una mancha sobre la pintura.
La habitación olía a fresco; el tráfico retumbaba a la distancia. Caminó de puntillas a lo largo del cuarto en sus calcetines, la cola de su camisa se balanceaba en su caminata.
Al este extremo, la cama. Al otro, un bloque negro, la televisión, sobre un estante.
Si usara servicio de habitación, no tendría que salir por días. Oculto, desconocido, bajo otro nombre. Cuando dijo que pagaría en efectivo, insistieron en que cobrarían las primeras tres noches por adelantado.
No habría un problema: ha agotado las cuentas. Ha perdido sus tarjetas de crédito, le dijó a la recepcionista. Fueron robadas, en realidad.
Le miró, juzgándole como adultero. Pensando de este ahora, él rió en alta. Si solamente ella supiera.
No quería encender la tele, aunque sabía que no estaría en los titulares. Una tragedia más en esta ciudad de sirenas chillidos. Nada nuevo.
Todo lo mismo, encontró el mando a distancia cómodo en su palma, el suave botón rojo bajo de su pulgar. Se instaló sobre sus codos, esperando la salva de sonidos, de colores.
Entonces se incorporó.
Al principio, pensó que la forma fue un tipo de icono, una imagen que usado el hotel cuando la encendió. Le tomó unos momentos resolverse en el dorso de la cabeza de un hombre.
El hombre se sentaba sobre el borde de una cama, en una habitación de hotel, mirando la televisión. Se podía ver uno de sus zapatos cerca del zócalo, donde una mancha parecía creciendo.
Escudriñó más allá de la cabeza del hombre en la pantalla de la tele. Allí, el mismo miraba una tele, con el dorso de la cabeza próxima apenas visible sobre la pantalla próxima en la distancia desapareciendo.
Entonces percibió sobre su cuello la respiración de viento de la pestaňa, y cometió el error de darse la vuelta.